LOS COLORES DEL OTOÑO
No había pasado todavía el caluroso y larguirucho verano. Doradita, la hoja, había crecido al descubierto y era fuerte y ovalada. Vivía en un fabuloso árbol en el parque de María Luisa.
Doradita estaba rodeada de muchas ramas y de miles de hojas casi iguales a ella,
o al menos eso parecía. Habían crecido juntas bajo unas condiciones óptimas: muchos pigmentos y minerales, vitaminas todas, algunas gotitas de agua y el calorcito de una ciudad que acariciaba sus extensivas ramas .
A Doradita le gustaba mucho ser una hoja. Piensa que no podría ser otra cosa: nada más que una hoja. Le gustaba su árbol, mirar al cielo, le gustaba estar al lado de las otras hojas, sus inseparables y fieles amigas .
Una mañana Doradita miró con detalle a su alrededor y sorprendida se quedó.
viendo las hojas con tanto color. Le preguntó entonces a Naranjita:
–¿Por qué nos ponemos de diferentes colores.
–Creo que es –le respondió Naranjita– porque somos diferentes.
–Si , sí –contestó Azulete–, somos muy, muy diferentes, y ahora en otoño es cuando más se nota.
–¡Ah, bueno¡ Ya entiendo: parecemos iguales pero somos distintas…
Un día, el viento empezó a tirar de las hojas, a sacudirlas , a soplar con fuerza y poco a poco se iban cayendo. El árbol se quedó desnudo. Doradita, Naranjita y Azulete se quedaron dormidas.
Bueno… dormidas, pero solo hasta la próxima primavera.
La música de este video no se de dónde la has sacado, pero te hace viajar en el tiempo y a la vez soñar...Me recuerda a los bohemios cafés de París. Un 10 por la elección.
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